Qué enseñar hoy a los niños ante un futuro profesional tan complicado


Esta noche estaba cenando en casa, con mi hijo de dos años y poco sentado a mi lado y con la cabeza llena de reflexiones varias. Me apetecía escribir un post para mi blog pero no tenía claro sobre qué escribir. Entonces puse un tweet pidiendo ideas y Rosa Poo, fundadora de emprendekids.com, me contestó sugiriéndome el título de este post. En ese momento me puse a darle vueltas a este tema intentado ordenar todas las ideas y, sobre todo, a pensar en qué me gustaría transmitir a mi hijo y a su generación en relación a este tema.

Cómo veo el futuro profesional
El entorno laboral está en continuo cambio. A temporadas el cambio es lento y otras veces es vertiginoso. Cómo era cuando nuestros padres eran jóvenes es muy diferente a cómo es ahora y a su vez es muy distinto a cómo será cuando mi hijo esté en edad de trabajar. Ya no habrá trabajos que duren toda una vida. El marco legal se habrá adaptado a contrataciones y despidos rápidos y baratos, no habrá cotizaciones para las pensiones porque no habrá. Los buenos profesionales y aquellos que tengan el mayor talento dominarán el mercado y serán el modelo a seguir. En resumen, será un entorno bastante hostil y complicado.

No todo ha cambiado y algo no cambiará
La vida me ha enseñado que las cosas te pueden salir bien o mal, puedes tener más o menos talento o facilidad para determinadas cosas e incluso puedes tener la suerte a favor o en contra pero el esfuerzo siempre tiene su recompensa. He visto a gente que ha suplido su mala suerte, falta de talento o pérdida de capacidad con esfuerzo y además se trata de una circunstancia prácticamente invariable con el tiempo.

Sin saber cómo va a ser la vida que va a vivir mi hijo, si tuviera que enseñarle una sola cosa que le fuera a valer profesionalmente en su vida sería a esforzarse. Esfuerzo constante y sincero. El esfuerzo sincero parte de la base de conocerse a uno mismo, saber hasta dónde se puede llegar con el mínimo esfuerzo y a trabajar diariamente para ir más allá de esa barrera del mínimo esfuerzo para conseguir los objetivos marcados. Ese esfuerzo, con el tiempo y el trabajo, se convierte en rutina y entonces es cuando se llega a un punto en el que se puede afrontar cualquier reto con garantías. Además, afrontar las cosas con este esfuerzo constante y sincero hace que se vivan los fracasos de otra manera, sabiendo que se ha hecho todo lo posible y asumiendo las limitaciones reales de uno mismo, pudiendo construir a partir de ahí.

Eso es muy fácil de decir pero muy difícil de hacer. No soy educador, tengo poca experiencia docente y soy padre primerizo por lo que, casi seguro, soy el menos indicado para decir cómo se debe inculcar la cultura del esfuerzo a los niños. No obstante me gustaría aportar mi granito de arena en la formación de una nueva generación que tenga entre uno de sus pilares el esfuerzo.

Hoy me he puesto bastante más reflexivo y profundo de lo que acostumbro, pero prometo volver a mis post de carácter más técnico en breve.